sábado, 17 de diciembre de 2016

Al borde del abismo, ¿Se caen, los empujan o permiten que se salven?

Al borde del abismo, ¿Se caen, los empujan o permiten que se salven?

Humberto De J. Ortiz R.


Cuando se tiene el poder absoluto derivado del irrespeto a la Constitución y el desprecio inexorable a la institucionalidad democrática, aunado al desconocimiento de la voluntad popular, caminar sobre una cuerda floja andando en tacones es un ejercicio suicida solo apto para expertos. A pesar de ello, el Jefe de Miraflores y su séquito se atrevieron a realizarlo, teniendo en cuenta que a lo largo del tiempo había sorteado sin problemas mayores las consecuencias derivadas de sus decisiones consideradas por muchos irracionales. Ante lo planteado, resulta llamativo que quienes por años han aplicado al detalle la obra “El Príncipe” de Maquiavelo, se hayan olvidado de dos máximas contenidas en la obra: 1. Haced que te teman, pero no que te odien, y 2. El hombre olvida más rápido la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio. Y es que, en una semana lograron avivar en su contra el odio colectivo derivado de la afectación del patrimonio de los ciudadanos ante la irresponsable medida de sacar de circulación el billete de mayor denominación sin garantizar el ingreso del nuevo cono monetario, trayendo como consecuencias la escasez de liquidez, el cierre de comercios, y en las últimas horas, una ola de saqueos y acciones delictivas que desbordaron el orden público y avivaron la histeria social. Ante ello, el gobierno viéndose al borde del abismo, recula, incorpora nuevamente el billete de cien bolívares hasta 2 de enero de 2017, pese a haber repetido en innumerables ocasiones que su decisión era improrrogable. Ahora bien, ¿ello bastará para contener las exigencias de un pueblo harto de improvisaciones? Pasaran los días y veremos las respuestas de uno y otro lado, lo que inquieta al momento es quien tendrá el liderazgo, y por lo visto si no se hace la lectura debida del asunto, este no estará ni en el gobierno ni en la oposición, sino en un pueblo que sobrepasará los intereses particulares y hará valer su honor, yuxtaponiendo su voz a los intereses particulares de quienes hasta el momento han demostrado su incapacidad para capitalizar el clamor popular, lo que genera la siguiente interrogante, ¿Quién podrá el orden ante el desorden?... Viene un largo baile, a ponerse cómodos que ahora es cuando se pone interesante la fiesta… Y no se preocupe por la invitación, a final de cuentas, en la democracia caben todos.

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