Al borde del abismo, ¿Se caen, los empujan o permiten que se salven?
Humberto De J. Ortiz R.
Cuando se tiene el poder absoluto
derivado del irrespeto a la Constitución y el desprecio inexorable a la
institucionalidad democrática, aunado al desconocimiento de la voluntad
popular, caminar sobre una cuerda floja andando en tacones es un ejercicio suicida
solo apto para expertos. A pesar de ello, el Jefe de Miraflores y su séquito se
atrevieron a realizarlo, teniendo en cuenta que a lo largo del tiempo había
sorteado sin problemas mayores las consecuencias derivadas de sus decisiones
consideradas por muchos irracionales. Ante lo planteado, resulta llamativo que
quienes por años han aplicado al detalle la obra “El Príncipe” de Maquiavelo,
se hayan olvidado de dos máximas contenidas en la obra: 1. Haced que te teman, pero no que te odien, y 2. El hombre olvida más rápido la muerte de su padre que la pérdida
de su patrimonio. Y es que, en una semana lograron avivar en su contra el odio
colectivo derivado de la afectación del patrimonio de los ciudadanos ante la
irresponsable medida de sacar de circulación el billete de mayor denominación
sin garantizar el ingreso del nuevo cono monetario, trayendo como consecuencias
la escasez de liquidez, el cierre de comercios, y en las últimas horas, una ola
de saqueos y acciones delictivas que desbordaron el orden público y avivaron la
histeria social. Ante ello, el gobierno viéndose al borde del abismo, recula,
incorpora nuevamente el billete de cien bolívares hasta 2 de enero de 2017,
pese a haber repetido en innumerables ocasiones que su decisión era
improrrogable. Ahora bien, ¿ello bastará para contener las exigencias de un pueblo
harto de improvisaciones? Pasaran los días y veremos las respuestas de uno y
otro lado, lo que inquieta al momento es quien tendrá el liderazgo, y por lo
visto si no se hace la lectura debida del asunto, este no estará ni en el
gobierno ni en la oposición, sino en un pueblo que sobrepasará los intereses
particulares y hará valer su honor, yuxtaponiendo su voz a los intereses particulares
de quienes hasta el momento han demostrado su incapacidad para capitalizar el
clamor popular, lo que genera la siguiente interrogante, ¿Quién podrá el orden
ante el desorden?... Viene un largo baile, a ponerse cómodos que ahora es
cuando se pone interesante la fiesta… Y no se preocupe por la invitación, a
final de cuentas, en la democracia caben todos.