domingo, 13 de octubre de 2013

Érase una vez una Venezuela competitiva

Érase una vez una Venezuela competitiva

Hace casi dos años una importante institución bancaria organizó un evento titulado “Palabras para Venezuela”, en el cual, los  Ex Presidentes  de la República Federativa del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, de Chile, Ricardo Lagos, y España, Felipe González, expresaron que para alcanzar el desarrollo se requiere competitividad, innovación y productividad.  Al releer esas palabras, que constantemente me repito, me permito afirmar lo siguiente: Hoy pareciera que tales recomendaciones no se escucharon del todo, que una nación completa sumergida en una burbuja no fue capaz de escuchar. Por el contrario, desde el gobierno se habla de paz, pero sin embargo se aplica la teoría del conflicto, desde el sector privado se habla de necesidad de producir pero se carece de planes concretos y en sí,  entre ambos sectores parece no terminar de concretarse la sinergia necesaria para dar resultados efectivos. En tanto que, la población sigue expectante sin tomar un rol protagónico que en ejercicio del poder que constitucionalmente posee consolide los pilares necesarios para dejar el estancamiento prolongado y comenzar a avanzar.

Es preciso, que dejemos a un lado el conflicto, que palabras como guerra, sabotaje, chanchullos, enfrentamientos, oligarcas, y cualesquiera otros adjetivos calificativos que en nuestra sociedad se utilizan como peyorativos e improperios entre los actores queden execrados del discurso, caso contrario, no seremos capaces de sumar y por ende construir. Yo recuerdo una Venezuela, que sin ser perfecta y en la cual había roces entre actores, prevalecía por lo menos en apariencia el respeto mutuo entre adversarios y contrincantes. Donde si bien es cierto, se requería un cambio y lo hubo, la expectativa de ese cambio era crecer y sacar del atolladero en el que se encontraba a un país, que luego de crisis internas se negaba a sucumbir, pero que con los años pareciera haberse acostumbrado a vivir esperando, y ese es el problema, tenemos que dejar a un lado la costumbre y emprender, crear, e innovar, pues en ello está la clave del progreso.

Yo apuesto a una Venezuela de respeto, en la que impere la legalidad y el orden constitucional, una Venezuela donde el gobierno, el sector privado y la sociedad civil puedan trabajar en armonía, fomentando la gobernabilidad y promoviendo la gobernanza. Un país en el que se recupere la confianza en las instituciones y donde terminemos de entender que nuestros problemas no están en los imperios sino en el interior, en nuestra exacerbada incapacidad de entender que mientras no dejemos los particularismos innecesarios y egoísmos inacabados no seremos capaces de crecer y desarrollarnos.

A diario se escucha la expresión “la Venezuela que queremos”, he allí otro dilema, no podemos trabajar en la Venezuela que queremos porque no terminamos de entender la Venezuela que tenemos. De igual modo, no podemos hablar de un deseo colectivo, cuando no hemos terminado de comprender lo que implica ser un colectivo. Hay que dejar a un lado la división por colores y comenzar a pensar en blanco, sí en blanco, porque es la única forma que lejos de conceptos preconcebidos seamos capaces de comenzar a dibujar y tener la libertad para asombrarnos de los resultados que podemos alcanzar.

Yo creo en la innovación, en la competitividad y en la productividad, estoy consciente que tenemos el talento humano y los recurso para hacerlo, sólo que debemos dejar a un lado el rol de administradores y asumir el de gerentes, es hora de aprender a gestionar los riesgos y no se seguir achacando la culpa de nuestros problemas a los otros, es hora de ser responsables y actuar como verdades ciudadanos.  Juntos, todos juntos dejando a un lado los enfrentamientos y entendiendo que si no lo hacemos no sólo perderemos el poder, sino a un país que sigue expectante de ver si en realidad nos merecemos ser una sociedad desarrollada. Yo deseo que obviemos del título de esta reflexión las palabras “Erase una vez” y conservemos el resto, es decir que internalicemos que podemos ser y somos una “Venezuela Competitiva”, pero para ello debemos trabajar, aprender a sumar, comenzar a construir.

Humberto De J. Ortiz R.

1 comentario:

  1. Excelente articulo, ojalá lo lean los líderes políticos y lo pongan en practica

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