A todos los venezolanos
La cédula de identidad de los
venezolanos no refleja nuestra filiación política, cada quien es libre de
acoger la opción que en su momento le resulte atractiva. En tal sentido, no
deberíamos ser tratados de modo diferente y mucho menos excluyente por quienes
gobiernan.
Resulta entonces deplorable, que
a pesar de las manifestaciones que se han apoderado de las calles venezolanas,
algunos pretendan seguir desconociendo que existen mil voces y no una, que hay
necesidades comunes y más puntos de encuentro que de desencuentro entre los
venezolanos.
Quienes gobiernan no pueden
hacerlo exitosamente mirando solo al espejo y escuchando lo que sus audífonos
transmiten, el reflejo no basta y la música aislada no resulta suficiente. Gobernar
implica establecer puentes, generar alianzas, reconocer al otro y entender que
no es un enemigo sino un adversario del que se aprende, con el propósito de
aplicar oportunidades de mejora en la ejecución de las tareas de gobierno.
Para gobernar y hacerlo bien, hay
que salir de la caja de cristal, dejar a un lado audífonos y espejos y comenzar
a apreciar, entender y valorar el complejo entorno que nos rodea, de lo
contrario las respuestas no serán eficaces, carecerán de legitimidad, y con
ello, lejos de disipar las grietas se fracturarán los soportes de la
gobernabilidad.
Quienes aspiran gobernar deben
internalizar que no pueden llegar al poder sin cooptar a su adversario y a
quienes le siguen. Para ganar un juego no basta ser bueno, es preciso tener astucia,
talento, perspicacia, visión de futuro y seguidores, pero no solo aquellos que
están a nuestro alrededor. Hay que atraer, conectar y convencer a quienes nos
adversan, pues ellos se convertirán en la balanza que genere el equilibrio, o
coloquialmente hablando el cable que nos llevará a tierra cuando pretendamos
creer que tenemos toda la verdad.
Así las cosas, la realidad
sociopolítica venezolana exige más que protestas, manifestaciones con
propuestas. Un plan con objetivos que sean posibles, lícitos y congruentes con
las necesidades existentes. Debemos aplicar la fórmula demandas-insumo-proceso-producto.
Se deben establecer metas a
corto, mediano y largo plazo con objetivos específicos que en la medida de su
consecución nos sirvan para alimentar las expectativas generadas. No resulta
suficiente afirmar: se necesita un objetivo y la definición de la estrategia, es
ocasión de proponerla, porque quienes hasta hoy están en la calle son
estudiantes, jóvenes que han decidido arriesgarse para encontrar un estimulo
que les impulse a seguir para hacer de este, un gran país.
Sin embargo, nuestros jóvenes
como estudiantes que son, aún deben aprender, la juventud que los acompaña les
impulsa a actuar, pero aún se enfrentan a un choque inevitable, y este es, el
existente entre la emocionalidad y la racionalidad. Comprender y manejar la primera
se logra con el desarrollo de la madurez y el cúmulo de experiencias de vida,
en tanto que, la segunda, se nutre y fomenta con el aprendizaje constante. Por
ello, invito a no dejarlos solos y esperar a que sin ayuda encuentren la
respuesta, puesto que, esta sin propuesta se disipará en el camino y lejos de
ganar completo, que en parte ya lo han hecho, serán juzgados por la historia.
Dicho de otro modo, los
estudiantes aún requieren aprender el procedimiento para aplicar la fórmula y
resolver el problema, no basta la utilización de una calculadora, pues si bien
es cierto que las matemáticas y estadísticas le sirven a la política, los
resultados de esta última no son exactos como los de las dos primeras. En el
ámbito de la política no hay aparato tecnológico que brinde una respuesta
rápida, encontrarla implica un análisis profundo de los escenarios y la
descripción de los roles de cada actor, los obstáculos y los recursos presentes
en el entorno.
No obstante a lo planteado,
expreso mi reconocimiento a quienes con base en sus ideales han dado la cara
por este país, a quienes nos han enseñado una vez más que lo mejor de aprender
es no tener miedo a equivocarse y que, el aprendizaje para ser significativo
implica contacto con la realidad y la ejecución de acciones que nos hagan no
solo aprender sino también aprehender los contenidos, y que un buen método
siempre será el aprender-haciendo.
Ustedes jóvenes venezolanos, han manifestado
su necesidad, una que es colectiva, todos tenemos elementos para exigir que la
situación actual mejore y que regresemos a las vías que conducen al desarrollo.
Ya ha sido suficiente el tiempo que hemos estado, varados en la terminal
esperando el llamado de abordar para que el vuelo despegue.
Ahora bien, es justo y necesario
que les ayudemos a encontrar las respuestas en el marco del deber ser, la
sindéresis, congruencia y prudencia, sin que ello signifique arrodillarse
frente a quienes han actuado de forma irracional contra los que se atrevieron a
pensar distinto.
En este sentido, es válido el
momento para reprochar la violencia, venga de donde venga, la misma resulta inaceptable,
los conflictos no se resuelven generando incandescencia. La paz no es una
palabra para adornar discursos, sino un estadio ideal que parte del respeto de
los derechos humanos y se cimienta en el diálogo genuino, la tolerancia activa,
el aprecio a la diversidad y el respeto a la dignidad humana.
La Venezuela de hoy nos exige el
reconocimiento a todos los actores del juego, comenzar su reconstrucción parte
de la capacidad que tengamos para entender que de uno y otro lado se ha
fallado, pero que aún es posible alcanzar la meta. Se hace preciso asumir
responsabilidades y comenzar a trabajar en soluciones que beneficien a todos y
no a una de las partes. Esto requiere una gran humildad y sapiencia, pues no se
debe olvidar que son pocos los hombres a quienes se les hace fácil aceptar la
culpa de sus errores, y solo quienes las aceptan llegan a ser grandes. Aquí
requerimos grandes hombres que dejen huella. No basta tener hombres inteligentes,
se requieren hombres sabios.
Para finalizar, no quiero
quedarme en una simple reflexión, sino pasar a la acción y presentar una propuesta
basada en la ciencia política, y dejo claro que el fundamento de ella no es
algo nuevo, pero si inaplicado hasta el presente en esta tierra. ¿En qué consiste?, en un gobierno
heterárquico (autoorganización)
que promueva la generación de gobernanza
(trabajo coordinado entre el sector
público, el privado y la sociedad civil). Aquél en el cual, según enseña
Robert Jessop, se requiere la negociación, respeto entre los actores y trabajo
coordinado y armónico para conectar los resultados con las necesidades de
cambio social, es decir, para hacer que las respuestas satisfagan las
interrogantes, lo que hace imprescindible la aplicación de una racionalidad
reflexiva. Y sí, esto implica razonar, por ello tenemos que sobreponernos a las
emociones y pensar en los objetivos. Se construye sumando, no restando.
Es indispensable generar una
coherencia relativa de los objetivos, que se combine la institucionalidad con
la estrategia. A ello podríamos añadir, la necesidad de establecer un Estado en
Red, como lo señala Castells, un Estado en el que, las identidades singulares
adquieren un rol protagónico, como en efecto lo han venido haciendo, y eso hay
que reconocerlo y aplaudirlo, así como también que aún faltan kilómetros en esa
vía, pues resulta inviable pretender desconocer a quienes han adquirido nombre,
callar nuevamente a quienes por tiempo estuvieron en silencio y hoy tienen voz.
Ahora, la pregunta que surge es ¿Cómo
hacerlo? Ante ella, me permito proponer:
1.
Reconocer en ambos sectores a aquellos que
piensan diferente,
2.
Establecer y definir puntos de encuentro
entre los actores,
3.
Eliminar el lenguaje de odio de los
discursos, puesto que el mensaje implícito lejos de promover, aleja el
entendimiento,
4.
Promover el respeto a la dignidad humana,
5.
Restablecer los valores ciudadanos,
reeducando a la gente y enseñándole que tiene derechos, pero que con ellos
vienen deberes y que la relación entre tales resulta indisoluble frente a
intereses particulares,
6.
Edificar la pirámide de valores superiores y
aspiracionales de la nación,
7.
Reconstruir las bases para la
materialización del Estado de Derecho,
8.
Promover la competitividad, productividad,
creatividad e innovación. Restablecer el libre mercado y generar el desarrollo
mediante el impulso de la iniciativa privada, creando y fortaleciendo lazos
entre el gobierno y el sector privado,
9.
Generar un código de ética y de conducta de
alcance nacional mediante los cuales se promueva la reunificación de los
venezolanos y se sienten las bases necesarias para que nuestra Constitución
como máximo pacto jurídico-político-social de la República recobre su vigencia,
y
10.
Adoptar un acuerdo de gestión que promueva
la gobernabilidad y fije las bases para la gobernanza. En este se deben incluir
indicadores que nos permitan evaluar el trabajo efectuado y con base a los
resultados aplicar los correctivos necesarios para garantizar el desarrollo,
mediante la distribución equitativa de la riqueza y el ofrecimiento de
oportunidades para todos.
Lo planteado es sólo una
propuesta, mi contribución para un país que me niego a aceptar su destrucción,
cuando la conciencia y racionalidad me indican que aún existe la posibilidad de
su recuperación, para lo cual resulta fundamental, dejar a un lado los
particularismos y egoísmos singulares y entender que, venezolanos somos todos.
En Maracaibo a los 15 días del mes de febrero de 2014. 1:15pm.
Humberto De J. Ortiz R.
Se adhiere en calidad de respaldo: Ricardo E. Rubio F.